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Mostrando entradas de mayo, 2016

¿Cuál era Francisco? ¿El ingeniero o el abogado?

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Hace relativamente poco tuve una cita con un chico que obviamente no conocía. Es la nueva onda. Ya nadie sale con el amigo de un amigo del que, buenas o malas, al menos tenés referencias. Parece que se dejó de usar. El caso es que antes de salir me vi a mi misma en una situación un poco bizarra que me gustaría compartir, porque para eso existe este blog. ¿Viste cuando vas a una entrevista de trabajo y te leés todo el sitio web de la empresa para estar preparada y saber a dónde estás yendo? Bueno, así estaba yo. Todo producida y sentada en el piso, con el celu en la mano -obviamente enchufado a la pared para obtener unos últimos minutos de carga- repasando el historial de la conversación con "Francisco" para intentar recordar al menos algo de su vida.  Y en ese momento me di cuenta de que era una imagen muy triste. Estaba por salir con alguien que evidentemente me importaba demasiado poco como para que mi cerebro se esfuerce en retener si era ingeniero, abogado, o qué h...

Pero el amor es más fuerte

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Te tuvo que haber pasado. Le querés escribir a alguien pero sabés que no va a suceder lo que en realidad estás esperando. Osea, estás 100% segura de que no es -para nada- una buena idea.  Te ponés a "tocar" el violín, como para distraerte, y justo el profesor te dio una canción de música clásica que no puede más de deprimente y que -obviamente- no ayuda en nada.  Intentás con la facu, pero sentarte a hacer el tp de Semiótica/Lingüística que tenés que entregar la semana que viene no parece ser la cosa más entretenida como para no distraerte a los dos minutos de haber empezado. Le mandás un mensaje a una amiga, esperando que te haga el aguante y te esconda el celular un rato, pero tiene planes y, esta vez, no puede ayudarte. Y la situación te empieza a dar un poco de miedo, porque sabés que lo estás para hacer otra vez. Te engañás con frases del tipo "Solo quiero saber como está" "No tiene nada de malo preguntarle en qué anda", lo que claramente...

Una gran mentira: "Yo solo quiero a alguien que me quiera"

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Charla entre amigas. Viste que te juntás y no importa la hora ni la situación, siempre, pero siempre, termina saliendo un mismo tema: actualización sentimental. Arranca una con la típica pregunta ¿Y? ¿Te volvió a escribir "Gustavo"? y eso basta para dar comienzo a la ronda de historias de la semana. Son casi todas deprimentes, por supuesto, si tu grupo de amigas es como el mío. Cuatro solteras promediando los 30 años, un buen número para el taxi pero muy lejos de vivir la vida Sex and the City. "Ni me hables de Gustavo" y ahí te das cuenta de que el tema va a dar para rato, pero la bancás, porque sabés que cuando llegue tu turno tenés 10 conversaciones de chat guardadas para leerles. Es que a las mujeres nos gusta ser objetivas cuando contamos las cosas, ir a lo literal. Será porque las palabras que usan los hombres son tan increíbles, que contarlo de otro modo perdería toda gracia. "OK, ¿Podés dejarte de joder con Gustavo? Es un sorete. No le hables...

El día que toca dar vuelta el colchón

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Es domingo y te disponés a cambiar las sábanas. Ya el hecho de hacer y deshacer una cama de dos plazas siendo una sola persona te rompe un poco las bolas. Como que vas de un lado a otro intentando que quede prolija y más si sos como yo, totalmente obsesiva con esas cosas. Digamos que es una actividad que me lleva un buen rato. Ni hablar si estás intentando luchar contra la resaca. Pero bueno, como cualquier domingo saco todo para que el lavarropas haga su magia y ahí la veo: mi vida plasmada en la superficie del colchón. Más gráfica imposible. Un lado izquierdo impoluto, como casi nuevo, y un triste cráter del lado derecho, donde suelo ubicarme para dormir. Mi vecino puede dar fe de eso, porque vino a ayudarme a instalar algo de la tele hace poco y se me cagó de risa al ver el reducido espacio derecho en el que duermo, casi sin desarmar la cama. No sé si es mi forma de poder hacerla más rápido al día siguiente (cuando eso sucede) o si es un entrenamiento inconsciente para cu...

Encontraste un pelo y SABÉS que no es tuyo

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Momento de tensión si los hay. Te quedaste a dormir en la casa de tu chico y, por supuesto, intentás despertarte antes que él para poder ir corriendo al baño a lavarte los dientes y ponerte en condiciones. Pero entrás y, mientras tu cabeza se queda colgada pensando en lo buena que estuvo la noche, te topás con algo que te llama la atención. Hay un pelo en la pileta del baño. Viste como somos las minas. Lo ves pero no ves solamente el pelo, ves mucho más allá de eso. Mientras lo mirás estás analizando largo, color y textura. Y ahí empezás a hiperventilar, mientras te sube un calor horrible por el cuerpo. Se disparan una serie de preguntas: - ¿Desde cuándo está ese pelo ahí? - ¿Estaba ahí anoche? ¿Fui al baño anoche? (nota: tendría haber ido al baño anoche) - Si es de otra persona, ¿Es tan idiota de dejar el pelo ahí? Parás con las preguntas y automáticamente tratás de recordar las fotos del Facebook para ver si la tipología coincide con el pelo de su mamá o las hermana...

Las famosas zonas restringidas

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Seas soltero o no, todos tenemos zonas restringidas. Me refiero a esos lugares en los que evitás circular por miedo a encontrarte con alguien que ya no querés ver. Pero el asunto empieza a convertirse en un problema patológico cuando te escuchás a vos misma diciendo frases como estas: - Mmm no chicas, aunque haya 40% Off a ese shopping no voy porque está en frente de la casa de "Roberto". - ¿Ahí quieren ir a bailar? Pero es que ahí va siempre "Fernando". Yo mejor no voy. - Ah, ¿Vivís en las torres al lado de la vía? Es que justo ahí vive "Gustavo". No sé se si da salir con dos del mismo edificio. - ¿En esa clínica la vas a tener a la nena? Es que está al lado de la casa de "Roberto". Si, ya se boluda, vive enfrente del shopping y al lado de la clínica ¿Qué querés que haga? Y bueno, ahí te das cuenta de que no estás bien. De que obviamente tenés 30 años y saliste con media Capital Federal. Si no parás de decir estas boludece...

Una excusa increíble para cancelar una cita

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Me ha pasado de todo en la vida. Salir con un chico que tenía una cabeza  de alce embalsamada en su casa y una colección de cuchillos, uno que impostaba la voz cuando hablaba, otro que pensaba que era la reencarnación subdesarrollada de Christian Grey, etc. Pero lo que nos ocupa hoy no es la gente rara sino las excusas extrañas que ponen los hombres para cancelar una cita. No miento cuando cuento que una vez me llamó el amigo de un chico con el que estaba por salir para decirme que su amigo había atropellado a una persona y estaba demorado en la comisaría. Imaginame a mi, en ese momento, sin saber si tenía que preocuparme por el pibe o si, al cortar la llamada, se iban a estar cagando de risa ya que era sábado a la noche y podía significar que tu cita había preferido salir a bailar con sus amigos. Pero siguiendo con estas excusas increíbles, el sábado me cuenta la amiga de un amiga, en un cumple, una historia excelente, que me incentivó a escribir este post. Chicas, lo dig...

Nunca te gusté. Siempre te gustó que me gustaras.

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El pibe que te da bola porque un toque le gustás pero más porque le encanta que vos te mueras por él. Ese es el tema de hoy.  ¿Egoísmo? ¿Vanidad? no sabemos. Pero deberíamos darnos cuenta desde el principio. Esta situación de disparidad que se da con el chico que sale con vos para levantar su ego parte generalmente del hecho de haberse dado cuenta de que te volvés loca por él. Por eso, suele pasar con esas personas con las que flasheas desde primer día y jamás pudiste disimularlo, aunque lo intentaste. Es el típico flaco totalmente inconstante, que nunca te permite saber si está todo bien o todo mal, porque un día te llama y te invita a salir y hablan un montón y hasta lo notás súper interesado y otro día es capaz de clavarte un visto o tardar un día entero en contestar un mensaje, por no dar ejemplos aún más hirientes. Cuando te pasen esas cosas que no entendés ponete a pensar si realmente le gustás o si solo le encanta saber que vos estás loc...

Tenés Tinder, Happn y Kickoff, pero te gustó uno en Linkedin

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Llegás de la facu. Momento de reflexión en el sillón. No sé si es el frío o la proximidad del fin de semana pero me pregunto: ¿Existe la posibilidad de que tenga serios problemas de relacionamiento afectivo?. Mientras mi cabeza hace una asociación libre que es un quilombo pienso lo siguiente. Bajé Tinder, bajé Happn y, desde ayer, tengo una nueva herramienta. Es prometedora. Me la recomendó mi amiga fanática de estas cosas para encontrar el amor, o lo que sea que busques. Kickoff, ¿La ubicás?. Es que si no te alcanzaba con gente que está cerca, ni con gente con la que te cruzaste, ahora tenés gente que conoce a gente que conocés. El concepto es genial, porque las mujeres tenemos esa ilusión de encontrar al hombre perfecto en el amigo de un amigo, o algo por el estilo. Tipo, ir a una fiesta, a un cumpleaños y ¡zaz! flechazo de amor.  Debo decir que, siendo sincera, me pasó una sola vez en la vida y creo que sigo enamorada. Una lástima que a él no le haya ...

Si me escribís para no hablarme, mejor no me escribas

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Locuras. Parece que la nueva onda es mandar un mensaje pero sin la intención de iniciar una conversación. Si, parece raro, pero la era digital da para todo. Soy de la época en la que los chicos tenían que llamar a tu casa para hablar con vos. Imaginate que estas cosas no dejan de sorprenderme. Tengo un amigo que me dice: "vos no entendés, es que el whatsapp no es para conversar, es un simple servicio de mensajería". Y juro que no es boludo, es hombre nomás. OK, querido amigo, todo bien, tampoco estoy de acuerdo con las interminables charlas de chat, pero si me mandás un "hola, cómo estás?" yo interpreto que querés hablar conmigo, o decirme algo por lo menos, ¿Estoy mal?. No te pido que hagamos el esquema de la comunicación de Jakobson, pero dale, si me vas a mandar un hola, ¿tanto te cuesta seguir la conversación después de mi respuesta?. Y entonces pensás, ¿Le habrá molestado algo?, ¿Habré tardado en contestar?, ¿Estará ocupado?. Pero en fondo sabés q...

LA RAÍZ DEL PROBLEMA: Salir con Mark Darcy o Daniel Cleaver

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Seguro tenés una amiga, un compañero de trabajo o algún familiar que siempre te dice: "es que vos elegís mal, ¿por qué no probás dándole bola a uno que no te guste?". Y la verdad es que mientras lo escribo me indigno otra vez. No entiendo cómo la gente puede dar ese tipo de consejos. A ver, pensemos un segundo, ¿Vos saldrías con alguien que te parece horrible o un idiota? ¡Vamos gente! Todos salimos con el que nos da bola y, obviamente, nos gusta. Pero si, hay algo en todo esto que parece ser cierto: la causa de todos los problemas radica en el perfil del flaco que te enamora. Si te gusta "Mark Darcy" un tipo aburrido, serio y bueno, vas bien. El problema es cuando te gusta "Daniel Cleaver", el típico pibe fachero, que sabe qué, cómo y cuándo decirle algo a una mujer y con el que, por supuesto, te morís de risa. Pero claro, este tipo de perfil es justamente el NO recomendable, es el pibe que además de enamorarte a vos, enamora a 20000 mujeres...

El círculo vicioso: Tinder

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Con una mano en el corazón, ¿Te acordás cuántas veces instalaste y desinstalaste Tinder? Estoy segura de que ya perdiste la cuenta. El asunto es que los usuarios de esta aplicación sufrimos de una especie de bipolaridad, una sensación de amor-odio que nos enferma la cabeza. No quiero exagerar, pero a veces no puedo entender como sigo intentando, pensando que algo pudo cambiar desde la última vez que estuve online. Es la misma aplicación, la misma gente, solo que cada vez más desviada de su idea original (al menos en mi opinión).     Seguro tenés una amiga que es fanática mal, y que se divierte muchísimo descartando y aceptando gente, con la certeza de que existen personajes "potables". Esa misma amiga que conoció un chico por la aplicación y no sólo tuvo que ir hasta donde se encontraban en taxi, sino que pagó parte de la cuenta y le tuvo que prestar plata al "tindereano" para que pueda volver a su casa. Creo que mi problema es que pierdo las esperanz...

Cualquier cosa menos migajas

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Tengo un límite. Todos tenemos un límite. El mío son las migajas. Si, las migajas, lo que el otro te da porque le sobra. Aquello que en realidad no quiere, porque es lo que dejó en el plato. Lo podés tomar vos o cualquier otra persona con un poco de hambre, da igual. Digo que es mi límite porque no acepto y mucho menos mendigo migajas, sin bien tengo que reconocer que a veces se torna un poco difícil, cuando vienen de alguien que te vuelve loca. El chico que solo te da migajas, es el que te las da a vos o cualquier otra persona, porque le da igual. En realidad es algo que no quiere, no desea, porque es aquello que le sobró y, a lo sumo, solo quiere aprovecharlo. Por eso las migajas son egoístas, quiero decir, vienen de alguien que supone que está bien que las recibas y que te conformes con eso. El mensaje de las migajas es "es todo lo que te puedo dar", "tómalo o déjalo", ¿Te suena?. Aunque más de una vez me ha pasado que era todo lo ...

Joggineta mata galán. La cita que no fue.

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Conozco a un chico por una de estas famosas aplicaciones que usamos todos los solteros hoy en día -lo admitan o no- y nos ponemos a hablar. Resulta que eramos vecinos, dado que vivía a unas muy pocas cuadras de casa. Luego de hacer las preguntas básicas para saber si el sujeto en cuestión era o parecía al menos "normal", decidimos conocernos unas horas más tarde, en una cita informal, una vuelta por el parque. Genial, pensé. Ya había esquivado la primera opción que había sido almorzar juntos, alegando que me parecía una situación demasiado incómoda para ser el primer encuentro de dos personas que recién se conocían. La opción dos, la del parque, era casual e inofensiva, parecía ser, hasta ese momento, simplemente perfecta. Acto seguido, por supuesto, me baño y elijo mi atuendo para la cita. Hablo con mi mejor amigo para contarle sobre la situación y para que, obviamente, estuviera atento al celular por si más tarde necesitaba algún tipo de auxilio. Cita en el parque...