Una gran mentira: "Yo solo quiero a alguien que me quiera"
Charla entre amigas. Viste que te juntás y no importa la hora ni la situación, siempre, pero siempre, termina saliendo un mismo tema: actualización sentimental. Arranca una con la típica pregunta ¿Y? ¿Te volvió a escribir "Gustavo"? y eso basta para dar comienzo a la ronda de historias de la semana. Son casi todas deprimentes, por supuesto, si tu grupo de amigas es como el mío. Cuatro solteras promediando los 30 años, un buen número para el taxi pero muy lejos de vivir la vida Sex and the City.
"Ni me hables de Gustavo" y ahí te das cuenta de que el tema va a dar para rato, pero la bancás, porque sabés que cuando llegue tu turno tenés 10 conversaciones de chat guardadas para leerles. Es que a las mujeres nos gusta ser objetivas cuando contamos las cosas, ir a lo literal. Será porque las palabras que usan los hombres son tan increíbles, que contarlo de otro modo perdería toda gracia.
"OK, ¿Podés dejarte de joder con Gustavo? Es un sorete. No le hables más". Y ahí arranca la segunda con su resumen semanal, sabiendo que en el próximo encuentro vamos a tener sin dudas un nuevo capítulo de Gustavo, que se las ingenia para estar siempre presente.
- "Chicas, mi ex está saliendo con un chabón"
- "Boluda, terminó la cita y me salían corazones del culo"
- "¿Podés creer que volvió con la Ex?
- "Osea, ¿yo me apreté a alguien el sábado y no me acuerdo? Este psicópata de mierda me dice que me apreté a su amigo"
Y así un sinfín de historias escalofriantes. Imaginate, cuatro minas hablando, sin parar, idas y vueltas sobre un mismo tema, mucha calentura por momentos, algún llanto en otros tal vez, cuando las cosas se ponen complicadas...hasta que salta una al grito de: "Yo solo quiero a alguien que me quiera. ¿Tan difícil es?"
Y es ahí cuando se genera un silencio extraño en la habitación, por primera vez en la tarde, porque todas sabemos que esa es una gran mentira.
Si claro, ¡Queremos a alguien que nos quiera! pero ese alguien tiene que medir más de 1,80, tener un título universitario, no ser ni médico, ni profesor de educación física, ni abogado (profesiones con mala fama), tiene que vivir solo, tener auto y no tener hijos. Tiene que tener un nombre normal, un buen corte de pelo, un vocabulario decente, vestirse bien y usar un buen perfume. Tiene que ser educado, caballero y divertido, pero además inteligente. Todas queremos un hombre a quien admirar.
Y es en ese momento cuando, sin poder proclamar mucho más en nuestra defensa, nos empezamos a cagar de risa de nuestras historias bizarras y solo queda una cosa por decir: ¡NEXT! Y que pase el que sigue...
Comentarios
Publicar un comentario