Volver a las pistas con un tropezón


Perdón queridas amigas y amigos. La vida a veces se pone un poco conchuda y nos hace perder las ganas, pero acá estoy, volviendo a las pistas del Lado Z del Amor.

Hoy les quiero contar lo que pasa cuando querés sacar un clavo que está muy clavado y tenés miedo de desangrarte en el intento.

Era viernes y estaba cansada, desilusionada y desesperanzada, como la mayoría de ellos. Pero con la poca fuerza que me quedaba, me dispuse a idear un plan. Mis amigas saben que amo hacer planes, no sé por qué pero seguramente tenga algo que ver con el hecho de intentar tener el control sobre algo en todo este caos.

Tengo que aclarar previamente que había descargado Happn y Tinder unos días atrás. Happn duró muy poco, ya ni recuerdo por qué motivo, pero me quedé con Tinder, haciendo caso a toda esta idea de volver a mis origines, los que dieron inicio a este blog.

El plan tenía un único objetivo, encontrar a alguien lindo y medianamente educado pero que salga del estereotipo de hombre que suelo buscar. No quería saber nada con el flaco super hiper mega divertido del que te podés enamorar la primera vez que vas a comer o tomar algo. Buscaba alguien con el que se pueda ir por un trago y tener una charla normal. Sinceramente no creí que fuera pedir demasiado.

Entre tantas cruces y corazones me pongo a hablar con Adrian. Cumplía con la consigna y no era un banana superficial. Después de hablar unos días me invitó a tomar algo y acepté. Aunque a los dos segundos ya me había arrepentido, le puse la mejor de las ondas y el día de la cita busqué algo lindo adentro del placard. Sabía que Adrian no iba a pasar a buscarme y eso ya me ponía levemente de mal humor, pero lo solucioné encontrándonos cerca de casa para ir a tomar algo por ahí. Mucho riesgo pero poca inversión.

La anécdota en si comienza media hora antes de la cita, cuando me escribe para decirme que estaba por salir de la casa y que cualquier cosa le escriba un mensaje de texto porque no tenía internet "afuera". En ese momento descubrí que estaba por salir con "Enrique el antiguo" y ya me quería ahorcar con el collar nuevo que estaba a punto de estrenar.

Pensé, calmate, tal vez tiene algún problema con el celular. Ya no podés cancelar, salí e intentá divertirte. Bueno, obviamente eso nunca pasó. Cuando llego a la esquina acordada lo llamo al celular porque como todos saben NO VEO NADA DE LEJOS. Nadie me atiende pero veo una silueta que se dirigía hacia mi. Debe ser ese, pensé. Y efectivamente era. Se acerca y me dice: ¿me estabas llamando? ¡No me sonó! Mientras saca del bolsillo un Nokia 1100 en estado impoluto. En ese momento mi cabeza era un quilombo, pensaba, ¿se sigue fabricando esa cosa? Todos sabemos que eran equipos buenos pero ¿qué hizo este pibe?, ¿le pasó el chip del otro celular? Nada, no entendía nada. Volví a la realidad y solo atiné a decirle, a modo de chiste: jaja ¿es por un tema de inseguridad? Y la respuesta sentenció la cita al fracaso: "si, un poco si y otro poco para no estar tan conectado". SOS UN HDRMP#@##, me quería ir a dormirrrrrrr, Los viernes son para dormir, pensaba.

Cuatro bares después (porque en ninguno había lugar) logramos sentarnos en una mesa. La charla maso menos iba bien hasta que sucedió. El pibe se saca la campera y tenía puesto un suéter tipo navideño, con unas figuras medio extrañas que me generaban vergüenza ajena. Sentía que todo el bar lo estaba mirando. Al suéter, digo.

Ya me quería ir pero todo empeoró. No solo pidió lo mismo que yo, osea, se copió de mi pedido por falta de personalidad, sino que al girar la cabeza veo que tenía un aro de madera en una de las orejas.

¿¿¿¿Cómo no me di cuenta que estaba por salir con un hippie???? Estaba fuera de traning. El no tengo internet "afuera" era una clara señal. Había tenido la posibilidad de cancelar la cita y la había desaprovechado por hacerme la buena persona.

Siguió llegando gente al bar y, obviamante, aumentó un poco más la temperatura. En ese momento veo que atina a sacarse el suéter y les juro que sentí un alivio inmenso hasta que...la remera que tenía puesta abajo era todavía peor. Manga larga, con un cuello extraño y un dibujo tipo tribal.

La cita había concluido. Al menos para mi. Gracias a Dios religiosamente almuerzo sábado o domingo con mis abuelos y fue la excusa perfecta para decirle si podía pedir la cuenta.

La remató sacando unos billetes arrugados del bolsillo para pagar. ¿Es mucho pedir usar una billetera?. Obviamente, mi respuesta ante el "estuvo bueno, la pasé bien" y "avisame si tenés ganas de repetir" fue la nada misma.

Tal vez fui un poco extrema pero al día siguiente eliminé Tinder también. Puede sonar un poco superficial pero prefiero quedarme con el clavo clavado en el corazón y no retroceder 15 años de evolución humana.

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